Historia de Monegrillo

Las referencia escrita del lugar es un documento de Jaime I fechado 1247, aunque los restos fósiles y cerámicos hablan de asentamientos mucho más remotos

Restos fósiles, campos de urnas y asentamientos romanos con restos de producción cerámica son testigos elocuentes de tiempos lejanos. Las dos primeras noticias escritas del lugar denominado Monegrillo son un documento de Jaime I en 1247 y un acuerdo con los habitantes de Pina en 1257. En la Edad Media, fue lugar de realengo hasta que Jaime II, en 1293, lo incluyó en una permuta y lo entregó a Don Artal de Alagón y Entenza; por este motivo, pasó a pertenecer al Señorío de Sástago. Entonces era un asentamiento fundamentalmente ganadero y las casas de nuevos pobladores fueron formando la calle de la Pardina.

Texto del Cartulario Mayor de La Seo, en el que se cita Monegrillo (1292)

Al aumentar la población y depender en mayor medida de la agricultura -es decir, de la lluvia- las dificultades de sus habitantes aumentaron y estos tuvieron que demostrar su creatividad dotándose de medios sociales y materiales que lograron evitar que el pueblo desapareciese tal como ocurrió con otros lugares de la zona. Los bienes propios del Ayuntamiento tenían esta orientación. El horno, la carnecería, la tienda, la taberna, la herrería, la dula, los trabajos "a vecinal", el uso del pozo de la helera o el molino de viento, el arrendamiento de las hierbas y la caza, la contratación de los "conducidos" (es decir, del médico, cirujano, boticario, albéitar, maestro de niños, organista, etc.) y el hospital para transeúntes se reglamentaban detalladamente con este fin. Pese a todo, la carencia de cosechas por sequía, langosta o pedrisco hacía muy difícil volver a sembrar. Para prestar simiente, el canónigo Miguel Abio y Costa fundo, en 1731, un Monte de Piedad.

Cerámica romana con el nombre de un habitante de las tierras que hoy son Monegrillo.Durante el siglo XIX, la guerra de la Independencia y las sucesivas guerras carlistas fueron un terrible problema. A todo ello se sumó la actividad de bandoleros como el Cucaracha. La necesidad forzó a nuevas roturaciones y a la práctica del carboneo lo que originó importantes pérdidas en la masa forestal. Pero el golpe de gracia vino con la desamortización de los bienes propios del ayuntamiento y con ello el desmantelamiento de las estructuras de solidaridad vecinal. El número de habitantes fue disminuyendo hasta llegar a la cifra actual. El tesón de sus pobladores, la mejora de las comunicaciones y del agua potable, la mecanización y el progreso generalizado han hecho que Monegrillo se haya situado en los niveles de bienestar y modernidad de los que hoy disfruta.

Aquí nacieron personas tales como Fray Antonio de Monegrillo, un capuchino que en el siglo XVII andaba defendiendo a los indígenas por tierras venezolanas; el obispo Don Clemente Comenge y varios canónigos rectores de la Universidad de Zaragoza; los hermanos Miguel y Gabriel Faci Abad, artistas en fotografía y joyería, o el músico Ángel Jaria Serrano. También aquí reposan los restos del escritor José Ramón Arana.

Nota: Estas líneas son obra de Ángel Calvo Cortés, hijo predilecto de la localidad desde 2011 y autor del libro Monegrillo en sus raíces.

Para más informacion sobre la historia de Monegrillo puede consultarse el volumen, editado en el año 2018 por la Institución Fernando el Católico, organismo autónomo de la Excma. Diputación de Zaragoza.

Monegrillo en sus raíces
Colección Historias municipales, 16
Autor: Ángel Calvo Cortés
339 pag.
ISBN: 978-84-9911-480-4